lunes, 2 de marzo de 2015

Al habla con Gerardo Iglesias (2ª parte)



Nota.-- Esta entrevista conversación es la continuidad de   http://lopezbulla.blogspot.com.es/2015/02/una-exclusiva-de-gerardo-iglesias-para.html.  Con esta segunda entrega se da por finalizada la intervención de Gerardo Iglesias. El buen porte y los buenos modales de la cibercortesía expresan que debe citarse, en el caso de que se publiquen (cosa que deseamos) en otros blogs y revistas, la procedencia de esta exclusiva. 

López Bulla.— Salvando las distancias de época te pregunto a ti, que fuiste el inspirador principal de la emergencia que supuso en su día Izquierda Unida ¿qué diferencia el surgimiento de esa organización y la emergencia de las nuevas organizaciones como Podemos, Gaunyem y otras de nuevo estilo?

Gerardo Iglesias.-- La principal diferencia es que estas nuevas organizaciones emergen al calor de potentes movimientos sociales rupturistas, sin estar condicionadas por la cultura de los partidos tradicionales,  mientras que Izquierda Unida llegaba de la mano del PCE, y ese vínculo cultural se convertía en una rémora que no le permitió despegarse de la práctica política tradicional y ajustar el discurso a una nueva realidad que presentaba ya entonces imponentes novedades. Como ejemplo de lo que digo tenemos lo que está ocurriendo en Izquierda Unida-Madrid, casi treinta años después: la cultura tradicional se resiste a la renovación, incluso cuando el Partido como organización está a favor de ella. 

Es cierto que Izquierda Unida tuvo como impulsor un gran movimiento social que se oponía a la entrada de España en la OTAN, pero a diferencia de los movimientos recientes que cuestionan el sistema político, aquel movimiento cuestionaba básicamente una decisión del gobierno de Felipe González. En todo caso, Izquierda Unida no se nutría sustancialmente de los activistas sin vinculación política que fueron protagonistas del movimiento anti-OTAN; Izquierda Unida integraba algunos independientes, miembros procedentes del PSOE y a otros pequeños grupos políticos, pero en su conjunto no eran expresión de lo nuevo que estaba surgiendo. 

López Bulla.— De todas formas, no pocas cosas que se están diciendo ahora por esas fuerzas emergentes tú las dejaste indicadas en la declaración de intenciones de Izquierda Unida y en tus discursos. Lo recuerdo perfectamente.  

Gerardo Iglesias.--  A pesar de que el nacimiento de Izquierda Unida se remonta casi treinta años atrás, en los análisis que fundamentaban su creación -y que pueden leerse, porque  están escritos-, se constataba el agotamiento de los partidos políticos tradicionales, y la emergencia de nuevas fuerzas determinadas por la revolución científico-técnica, llamadas a irrumpir en la vida política con sus nuevas ideas. Se subrayaba que en unas sociedades que se habían vuelto muy complejas, los partidos políticos ya no podían pretender totalizar la acción política, que había que compartirla con otros sujetos sociales, respetando su autonomía y no intentando instrumentalizarlos.  Se veía ya el importantísimo papel que estaban llamados a jugar los imparables avances de la informática en el ensanchamiento de la participación democrática y, por ende, en el mejoramiento de la calidad de la democracia. Naturalmente, se cuestionaba el sistema bipartidista. Se planteaba la necesidad de reformular un nuevo discurso político de la izquierda, acorde con las nuevas realidades, entre ellas, que las fronteras ideológicas ya no estaban tan delimitadas como en el pasado, debido a las transformaciones que se estaban produciendo en una base social potencialmente progresista y de izquierdas, por lo que la confrontación ideológica con las fuerzas conservadoras  y los intereses que representan, había que librarla tomando como arma principal las propuestas programáticas y la organización y movilización de la sociedad civil, y no respondiendo con verdades filosóficas supuestamente "imperecederas". De esa manera se facilitaría la "política de convergencia", a la que invitábamos, con  diversas fuerzas, como única vía para articular una alternativa de cambio. Planteábamos la imperiosa necesidad de no permanecer encerrados en las instituciones y volcar la mayor parte de nuestras energías al trabajo con la sociedad. 

Entiendo que estos planteamientos, a pesar del tiempo que pasó de aquello, no difieren sustancialmente de lo que ahora plantean las nuevas organizaciones que irrumpen a la vida política. La cuestión es que éstas los están llevando a la práctica de manera exitosa, con todas las contradicciones y ambigüedades que se quiera, pero, por el momento, con sorprendente éxito. Izquierda Unida no pudo tirar entonces de aquel proyecto por lo que he dicho, y por lo que digo ahora de otra manera: Lo que quiso ser un proyecto estratégico, los más lo entendieron como una fórmula instrumental para sacar al PCE de la crisis en la que estaba inmerso. Y si bien es cierto que Izquierda Unida despertó ilusiones y experimentó un ascenso, principalmente en el periodo en el que estuvo al frente Julio Anguita, la ilusión se apagaba y del ascenso se pasó al retroceso, seguramente porque los nuevos potenciales apoyos  percibieron que el proyecto renovador se había esfumado y que Izquierda Unida dejaba de ser atractiva para nuevas fuerzas y nuevas ideas.

Me gustaría mucho que el nuevo discurso de Alberto Garzón llegue a tiempo para que Izquierda Unida pueda ofrecer una aportación importante a la articulación del proyecto alternativo que se va perfilando en la izquierda.

López Bulla.— Querido Gerardo, ha sido un placer conversar contigo. Te saludo, emocionado, desde Pineda de Marx donde tienes tu casa.





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